sábado, 29 de noviembre de 2014

Bitácora de vuelo en la Noche de las Estrellas 2014



No hay fechas que no se cumplan ni plazos que no se venzan, fue el caso del sábado 29 de noviembre, fecha dedicada a la Noche de las Estrellas, convocada por diferentes instancias que luego enumeraré. En el caso particular del Detective Cósmico, decidió torear esa tarde con algo Newtoniano. La tercera ley de Newton establece lo siguiente:




Siempre que un objeto ejerce una fuerza sobre un segundo objeto, el segundo objeto ejerce una fuerza de igual magnitud y dirección opuesta sobre el primero.  Con frecuencia se enuncia como "A cada acción siempre se opone una reacción igual".  En cualquier interacción hay un par de fuerzas de acción y reacción, cuya magnitud es igual y sus direcciones son opuestas. Las fuerzas se dan en pares, lo que significa que el par de fuerzas de acción y reacción forman una interacción entre dos objetos.



Buscamos que este año dedicado a la cristalografía, tuviera una dinámica diferente y era precisamente hablar según el cristal con el que se mira. Y para ejemplificar la tercera ley de Newton, recurrimos a los cristales de bicarbonato y al vinagre, para generar dióxido de carbono, carburante que haría volar a nuestros cohetes PET, buscando también cumplir con una regla del reciclado: el "re uso" a largo plazo. Y es sencillo explicar esto, porque si bien las grandes empresas recuperadoras de PET hacen lo propio con el plástico (por ejemplo) el ciudadano común no recicla a largo plazo, es decir, no reutiliza lo que recupera o transforma luego de haber redecorado o dado un uso distinto (o usarlo de nuevo) para lo que fue diseñado.




Regresando al experimento, reuní a los asistentes (niños y jóvenes) para explicarles lo que iba a suceder, y contarles de la mentada ley, de los carburantes en los cohetes espaciales y de la tolva improvisada con piedras. En sus manos tenían un bote que al cambiar la tapa de rosca por un corcho, más el vinagre y el bicarbonato, además de inclinarlo 180 grados, cambiaba su nombre a Cohete. ¡Y vaya que cambió! Porque luego de hacer un primer vuelo de prueba, más de uno pidió una oportunidad para volar el "cohete". Se repartieron cohetes y se dio la fórmula "mágica" para el carburante: Un poco de vinagre, tres cucharadas de bicarbonato (para el cohete de 1lt de capacidad), un pedazo de servilleta donde colocar el bicarbonato, hacer con el papel un taco lo suficientemente delgado para introducirlo por el cuello del cohete, taponar esa entrada con el corcho a la medida e inclinarlo sobre la tolva, y esperar la reacción química (la formación de dióxido de carbono) para el despegue en escasos segundos.




Una vez preparados los ingredientes, gustosos se fueron a la tolva improvisada para volar los cohetes, iban y venían para nuevas recargas. Hasta antes de eso, alguno me confesó que creyeron sería la actividad con pólvora y fuego, pero que no conocían esa otra posibilidad. Otros me dijeron que esa combinación ya la conocían pero en los trabajos escolares sobre la erupción de un volcán, pero que luego de eso nada de nada. Y bueno, acá la reflexión, la duda por conocer qué tanto de ejercicios lúdicos se pueden enseñar en la escuela, inoculando de a poco la semilla del saber científico en los niños, para que no sea la escuela solo ese espacio donde se despersonaliza a los alumnos hasta hacerlos todos del mismo modo, cortados a la medida de una educación poblada de sinsabores.


Una mujer se acercó para decirme que era "un relajo" el que se traían los chamacos porque iban de acá para allá, cargaban y regresaban para hacer volar de nuevo el "cohete" que apenas media hora antes tenía como destino cualquier alcantarilla de está ciudad devastada. "ya no les dé más porque están haciendo relajo"... Le contesté que de eso se trataba la actividad, de echar desmadre, y luego de eso ya no me dijo más. Yo también estaba contento de que ellos estuvieran contentos, experimentando con algo que se puede conseguir a muy bajo costo. Y bueno, es precisamente eso que la señora acusaba, lo que se debería de quitar a este tipo de actividades al aire libre: la solemnidad. Los chicos habían descubierto algo que está en libros de texto, en videos de youtube, y demás enlaces web. Se mojaron de vinagre, y el bicarbonato lo traían hasta en las cejas, pero eso no tenía comparación con la sonrisa prodigada de cara al cielo, buscando ver hasta dónde había subido el otrora bote, hoy renombrado Cohete.


"No se usa fuego.. curioso" abonó un señor con cara de "sé lo que está sucediendo pero no sé cómo sucede" que no es lo mismo pero es igual que decir: me gusta el resultado y quiero hacer volar uno pero como no soy niño, ya soy adulto y de articulaciones oxidadas, me aguanto. Y así fue, ningún adulto hizo el intento o amago por volar uno, al grado tal de verlo como algo más o menos así: "¿Qué de extraordinario tiene hacer volar un bote?" Y acá resonaron las palabras del maestro Emilio: Lo bueno es que no nos encargaron a los mexicanos hacer las pirámides de Egipto. O aquella otra aseveración: Por eso no somos la NASA.


Quiero agradecer a la SOCIEDAD ASTRONOMICA DE CHIAPAS, y a su presidente, el maestro Alejandro Pone Frickman, por las facilidades prestadas para realizar esta actividad, porque además de hacernos parte de las actividades de La Noche de las Estrellas, nos permitió ser felices una vez más, a través de los niños, quienes fueron los verdaderos protagonistas de este suceso... Por mejores cielos...


Tuxtla Gutiérrez, Chiapas; Parque Bicentenario, sábado 29 de noviembre de 2014. Noche de las Estrellas, el Universo a través del Cristal con que se mira. Año Internacional de la Cristalografía.

jueves, 21 de agosto de 2014

...Un sueño...






Si te duermes ahora, podrás despertar antes que los rayos del sol lleguen a la calzada. Primero oirás resoplidos, estertores graves, continuos, y si llegas a tiempo, los verás levantarse (con algo de trabajo), retozar sobre el verde pasto, entre los árboles. Advertirás enormes lenguas de fuego, y también el compás del serpenteo en su lucha contra la inercia, la enorme masa que los jala al suelo. 

Así es, querido Detective Cósmico, desde que tengo memoria los llaman Dragones. Pero anda, ve a dormir, que tu sueño será acompañado por los espíritus de las serpientes, los antiguos dioses voladores, los dueños del lejos y del junto.




Incrédulo, me fui a la cama más por cansancio que por la historia contada. La voz del anciano había sido serena, sin exagerar de más. ¿Valdrá la pena los cientos de kilómetros andados hasta esa tierra llena de misterio? En otras tantas aventuras, indagando en misterios particulares, me hallé a personas apasionadas de sus propias historias, testimonios sobre luces, gusanos, entes similares a  una soga flotando sobre el mar del cielo, rodeadas por luces multicolores, atravesando el firmamento. Pensé en serpientes de cuello emplumado, en Quetzalcóatl, el cosmos, el mar del universo... la noche y los párpados pesados... el lejos y el junto... panes...


... El sonido de algo parecido a un soplete, pero de estridente rugido, me hizo abrir los ojos de inmediato. Mi corazón latía cada vez más fuerte con cada resoplido, cada estallido de aquel sonido que por alguna extraña razón, me remitía al color gris, desenfocado pero con el filo suficiente para atravesar la noche. Eso y más era provocado por el recuerdo de los dragones, tema de sobremesa en casa del viejo apenas unas horas antes. Mi instinto detectivesco se vio víctima de interrogantes casi normales: ¿Y sí no era cierto? ¿Y sí ese ruido era de alguna máquina limpia calles? ¿Y si el abuelo contó sin apasionamientos la historia sobre dragones, porque estaba cansado de contar la misma mentira? Porque eso si era posible, al menos más cercano a la realidad que "dragones" lanzando "enormes lenguas de fuego", palabras textuales del viejo... O... ¿Era verdad? ¿Estarían aquellos seres fantásticos retozando sobre la calzada de Los Muertos, celebrando la vida entre lenguas de fuego?



¡Detective! (me dije) ¡Este es el momento! ¡Es la posibilidad de hacer algo memorable en el medio de la Ciudad de los Dioses! Resolver otro misterio, ese era el fin del largo viaje. Sin más, me vestí, no sin antes batallar por encontrar una de mis botas. Salí al patio. La luz del amanecer comenzaba a teñir el horizonte de un rojo claro, luminoso. Los extraños resoplidos se hacían cada vez más lejanos, pero sin perder su gravedad. 




Al ver hacía el oeste, descubrí algo, una forma asimétrica que contrastaba con el azul del cielo matutino. ¡Un dragón! ¡Sí, eso debía ser! El viejo tenía razón. Luego aparecieron dos más, de forma similar aunque de distinto color, tonalidades acentuadas por la considerable distancias entre ellos. Cuando supuse que se alejaban, un resoplido similar al seseo de una serpiente gigante detrás mío me erizó la piel. Giré de inmediato para descubrir como un enorme dragón avanzaba hacia mi. Era enorme, aunque no pude distinguirlo con claridad, porque venía justo donde el sol se asomaba brillante, cegador. El dragón continuó su vuelo hacía mí con largos bufidos, y llegué a pensar que bajaría justo en el patio del viejo, lo que me inquietó.




Siguieron apareciendo más dragones hasta sumar siete, danzando unos, acercándose otros. Uno en particular se detuvo justo encima de mi, pero a una gran altura, sin moverse un centímetro. Pude ver la lengua de fuego predicha por el viejo. Aunque mi formación de detective debería ayudarme a controlar cualquier alteración en mis nervios, no reparé en el momento cuando el miedo inicial dio paso a la emoción, por ver a los dragones volar majestuosos sobre los techos, campos, pirámides y sobre mi cabeza. Pensé en gritarle al viejo, a quien imaginé seguía dormido, sabedor de que los dragones no me harían daño.


Los dragones avanzaron por el norte, resoplando y lanzando lenguas de fuego que iban del naranja al azul. Cuando desaparecieron por completo entré a la casa, pero no hallé a nadie despierto. De inmediato fuí por mi carpeta de dibujo y colores, para registrar el suceso en pinturas que pudieran darme credibilidad, cuando le contara a mis amigos de este hallazgo: haber visto dragones... !Y volando! Más de mil kilómetros lejos de casa, buscando, "detectivando", descubriendo dragones sobre Teotihuacán, los mismos que desaparecieron en el aire, dejando detrás el aliento multicolor entre las nubes. 





Teotihuacán, México, una mañana de agosto de 2014.




miércoles, 6 de agosto de 2014

Bitácora de Vuelo: astronomía para niños y no tan niños.



El sábado 02 de agosto, luego de unos minutos de espera, dimos inicio al taller de astronomía para niños y no tan niños, el cual se llevó a cabo en la sala audiovisual de la Biblioteca Pública Central, ubicada en el Centro Cultural Jaime Sabines, de esta ciudad. Asistieron un total de siete niños, los cuales me confesaron después, no tenían grandes expectativas con relación al taller. Luego de presentarnos, dimos inicio con la presentación del programa de nombre stellarium, el cual es un software ideado para ser un planetario.



Les hablé de las vastas posibilidades del programa, como el de ver constelaciones, su trazo en el espacio, y sus figuras, las cuales pertenecen a deidades mitológicas, mostrando las más conocidas, que son las griegas y romanas, aunque se comentó también que otras culturas se dieron a la tarea de nombrar a las estrellas, astros brillantes, tanto, que era prácticamente imposible no voltear a verlas.



Se habló del por qué no siempre se veían las estrellas, y se comentó sobre la atmósfera, la contaminación lumínica y, sobre todo, la imposibilidad de ver las estrellas durante el día, cuando el sol ya estaba en pleno cielo. De ahí se habló del por qué del azul del cielo diurno, y de las nubes. ¿Cómo se formaban las nubes? ¿Por qué lo caprichosa de sus formas? Luego de comentar cada uno lo que sabían sobre ellas, les propuse hacer un experimento para tener su propia nube, a través de aire comprimido y vapor de alcohol. El experimento entusiasmo a los chicos, quienes ni tardo ni perezosos se dieron a la tarea de crear su propia nube.


Una vez hecho eso, hablamos de cómo el hombre, luego de observar por tantos siglos el cielo, se vio en la necesidad de emprender el viaje hacia el espacio, pero como los pasos no eran agigantados, se comenzó con el hecho de la sustentación, el emprender el vuelo sostenido, y se aprovechó para hablar de una de las leyes de Newton, correspondiente a la "acción" y la "reacción". Se realizó otra actividad para experimentar el resolver un vuelo en dirección recta, con una velocidad constante, la cual resolvieron no sin antes experimentar lo que ya otros habían ensayado: la prueba y el error, hasta resolver la serie de pasos que debía empelar para lograr volar un avión de papel que, en este caso, tenía la forma de un transbordador espacial.







Durante las explicaciones y las historias alrededor de las anécdotas de quienes intentaron volar al espacio no solo de manera real, sino también en la imaginación, salieron a flote los nombres de Julio Verne, entre otros, quienes a través de la literatura lograron hacer posible que la imaginación diera rienda suelta a la pasión por los cielos.


Para cada experimento, se hacía una lista de los pasos que se seguían para hacer los ejercicios y anotar detalles que luego servirían de notas de consulta, por si se presentaban fallas en el seguimiento de los mismos.


Luego de experimentar con la manera de volar a una velocidad  sostenida, se comentó la velocidad que se necesitaría para escapar de la gravedad de la Tierra, de la velocidad con la que esta giraba sobre su propio eje y alrededor del sol, y que a su vez nuestro sistema solar giraba en uno de los brazos de nuestra galaxia.  

Con botes de plástico pequeños, mezclamos los carburantes caseros que hicieron volar más de tres metros los pequeños cohetes. Cada uno de ellos experimentó el preparar el combustible y se sorprendieron de la velocidad y altura que estos alcanzaban: el dióxido de carbono haciendo uan presión considerable hasta impulsar al pequeño cohete hacia arriba. De nuevo hablamos de la acción reacción y Newton. Hablamos de la famosa manzana y de la caída constante de los astros en el cielo.

Escuchamos el sonido de todos los planetas del sistema solar, además de un púlsar, un agujero negro y el universo en sí, lo que dejó bastante impresionados a los chicos, queines no se imaginaron que esos sonidos fueran producidos por la luna, plutón o el Sol, siendo en sonido más llamativo, el de la Tierra, que suena a una combinación de sapos, pajarillos, insectos y hasta el viento, sonidos estos con los que ellos lograron asociarlos.


Hablamos de las frecuencias de luz, a qué velocidad se movía en el espacio, y que esta no era la única en alcanzar esa velocidad, que también las ondas de radio recorrían el espacio a igual velocidad, y que al acercarse a un objeto celeste, este se llegaba a curvar, y para ejemplificarlo, realizamos una pequeña demostración con canicas y un objeto pesado al centro, explicando como el espacio se "deformaba". 


El tiempo se fue agotando, inevitable, y tuvimos que avanzar con la elaboración de un afiche para colgar en el techo o ventana o algún otro lugar donde se pudiera elevar, para observarlo cual si fuera un objeto flotando en el espacio. El planeta elegido fue Saturno, el cual se elaboró con materiales reciclados, más una esfera de unisel y paciencia.
  

Además de lo anteriormente relatado, se habló de los elementos que componen un telescopio refractor, de los pequeños trucos para volverse un observador del cielo, y se les regaló los elementos para armar su propio planisferio celeste, cortesía de una universidad de El Salvador, que los tiene a descarga en la web. 



Los chicos se fueron contentos y he tenido noticia de que siguen realizando los experimentos vistos en el taller, y que han decidido pedir un telescopio para aplicar lo que ahora ellos ya conocen, lo que de alguna manera motiva a este detective, claro está, por mejores futuros, y sobre todo, más ciencia y menos tecnócratas.