El día sábado 20 de abril, se realizó la observación de la mayor cantidad de telescopios apuntando al cielo, con el afán de lograr el Reto México 2013, esta vez en el Planetario de Tuxtla Gutiérrez. Desde el medio día, el Detective Cósmico se apareció por las instalaciones del evento, y fue testigo de la cantidad de niños que fueron a ver lo que ahí se convocaba.
Hubo Rock, vendimias, Títeres y charlas sobre Astronomía, tanto moderna como antigua. Y fue en este último caso donde el detective Cósmico apareció, con una charla titulada: Por mejores cielos... y que no era otra cosa que hablar de la práctica astronómica en el México antiguo.
La charla comenzó minutos después de las siete de la noche, con más de cincuenta personas entre adultos, jóvenes y niños. Dimos inicio con un audio de Jan de Vos, quien nos dice cómo los abuelos contaban que la noche había empezado hacía quinientas vueltas al Sol... de cómo no solo hemos dejado de ver el cielo, sino que hemos dejado de vernos a nosotros mismos en ellos, hasta casi considerarlos invisibles, algo "bárbaro" "sanguinario", herederos de algo que ahora llaman mundo indígena, los mismos que aún siguen observando el cielo, imitando ala naturaleza y aprendiendo de los ciclos, de la necesidad de reinventarnos cada determinado tiempo, regresando al pasado para seguir construyendo un futuro cierto. ¿Cuándo se extravió el mito? ¿Cuándo se olvidó el rito?
¿De qué va a tratar tú charla, Detective? Me preguntó un amigo interesado. Sobre Arqueoastronomía, contesté, y aclaré que ni por asomo era yo arqueologo ni astrónomo ni astrólogo (advertencia de verdad útil), solo un simple aficionado, y que esa afición me había llevado a leer sobre el tema porque desde chico, los antiguos mexicanos eran un asunto de admiración para mi. Ahora, en la vida adulta, creo que el mayor desafío de la arqueoastronomía es la de mantener el equilibrio apropiado de escepticismo y fascinación a la hora de reconstruir los vestigios de los antiguos mexicanos, de no caer en la fantasía y creo que hasta hoy día se ha logrado.
Se sabe que la habilidad de observación en el México antiguo era notable, quedando registro de eso en códices (escasos) y en murales, monumentos y estelas. Viendo los hechos registrados se deduce que las fuerzas del Universo eran misteriosas y peligrosas, por decirlo de alguna manera, y de lo deducido, existe evidencia en comunidades quienes aun conservan vestigios rituales de mitos originarios. En aquél entonces, los sacerdotes o chamanes eran los mediadores entre la gente y el cielo, mostrando que la práctica religiosa y la observación astronómica era muy estrecha. Las emociones humanas como el miedo, el temor religioso, el humor y el arte, los llevó a construir historias sobre los distintos fenómenos que veían en el cielo: desde un cometa hasta un aguacero. De todo esto fueron dejando registro, buscando con ello signar el "futuro" en el pasado. ¿Ya comencé a desvariar? Me explico:
En un pasaje de El Quijote de la Mancha, un viajero entra a un hostal y ofrece, para entretenimiento de los huéspedes, la habilidad de un pequeño mono que lleva consigo: adivinar el pasado. El hombre entonces, viendo la traza, las facciones y oyendo el acento de alguno u otro, podía deducir de dónde venían y, por su experiencia trashumante, asociarlo con alguna ventura o desventura vista con anterioridad, una especie de diagnóstico médico errante, diciéndoles lo que les esperaba en el futuro inmediato.
Los antiguos mexicanos nunca buscaron el Futuro intentando ver hacia donde está el futuro porque, analiźandolo un poco... ¿dónde está el referente? ¿Dónde el horizonte de ese futuro mencionado? "Allá" dijera un asistente... ¿Allá dónde? Los antiguos buscaban el Futuro en el Pasado, reinventándose, construyendo y mejorando lo hecho, cimentando, levantando, y vuelto a cimentar, construyendo cada vez mejores hombres, verdaderos, respetuosos de su entorno, convirtiendose en guardianes del orden natural, a través de algo fundamental: el respeto de los cíclos. Cada recreación de un rito era para eso, para saber qué tal iba ese "futuro", y si en esa búsqueda no se había trastocado la "armonía" del Universo.
¿Cómo entender ese rehacer del rito? En la arqueoastronomía, entender cómo operaban nuestros antepasados, los ha llevado a tener que recrear -con sumo cuidado- el clima emocional de ese entonces, en un esfuerzo por analizar ese lenguaje prehispánico. No es lo mismos decir: Tláloc: Dios del agua, que decir: Tláloc: Licor de la tierra... el que embriaga los campos". Ramón Avelais Pozo sostiene que el mundo visto por los antiguos no podía ser tan visceral, tan pragmático. El lenguaje deducido en la manera de los atavíos, las representaciones y sobre todo los ritos aún existentes, demuestran una sensibilidad distinta, llena de metáforas, imágenes, explicaciones sublimadas a elementos que hoy son desprovistas de cualquier elemento embellecido.
Tenemos que tratar de recordar la emoción que sentimos cuando vimos por primera vez un cielo oscuro, la Luna, y Planetas brillando en el cielo, en el medio de un mar de innumerables estrellas. Muchos de nosotros vivimos en ciudades brillantes, contaminadas, pasando gran cantidad de tiempo dentro de la noche, sin apreciar la majestuosidad del cielo nocturno, desconociendo el importante papel que desempeñó este mismo cielo en la antiguedad.
¿Qué es entonces una galaxia, una estrella, un planeta? Hoy nuestra apreciación no alcanza a dimensionarlos porque intentamos medir las cifras que se nos mencionan, de miles de miles de millones, sin asociar estos conceptos con las imágenes dejadas por la antigüedad, que hacía más cercano los elementos del Cosmos, cercanos en querencia, no en distancias.
Hay incontables misterios sobre los sitios y las prácticas conectadas a la astronomía en la antiguedad, y ese es precisamente el trabajo de arqueoastronomía, quienes siguen desenmarañando los vestigios existentes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario