Si estás de pie y estiras los brazos al nivel de tus hombros, puedes asignar el grado cero (0°) a donde apunta tu mano izquierda, grado noventa (90°) a donde apunta la coronilla de tu cabeza, y grado ciento ochenta (180°) a donde apunta tu mano derecha. La media entre 0° y 90°, es el grado cuarenta y cinco (45°), a esto hay que agregarle una dirección. Los planetas se encuentran transitando de Este a Oeste, con un poco de práctica, podrás ubicar y registrar el grado y la dirección aproximada de tus observaciones. Es un modo sencillo y a mí me funciona.
El Sol es el centro de nuestro Sistema Solar (mas no de la Galaxia), en el cual se encuentran cuatro planetas interiores, un cinturón de asteroides, y cuatro planetas exteriores, que son más gaseosos que sólidos, y por último un planetoide, nueva categoría asignada a Plutón (con el esfuerzo que costó encontrarlo, hace más de ochenta años, y luego del descubrimiento de lunas orbitando a su alrededor…). En esta entrada hablaremos de los planetas interiores.
Si recordamos que la distancia media entre el Sol y la Tierra corresponde a 0.1 Unidad Astronómica (150,000,000 km), Mercurio se encuentra a 0.387 UA (57,894,376 km) del Sol; desde la Tierra se ve muy cercano al Sol, y por lo mismo solo puede observarse al anochecer o al amanecer. Si tuvieras la posibilidad de pararte sobre su superficie, notarías que su gravedad es menos fuerte. Si pesas 100 kilos en la Tierra, en Mercurio pesarías ¡40 kilos! La primera imagen nítida de este planeta se obtuvo en 1974, a través de la nave Mariner 10, revelando una superficie llena de cráteres parecidos a la Luna. A comparación de otros planetas, Mercurio apenas se ha comenzado a estudiar más a fondo.
Venus, el segundo planeta interior, se encuentra a 0.72 UA (108,208,930 km) del Sol; a simple vista tiene un brillo espectacular, y tiene casi el mismo tamaño y masa de la Tierra. Los pueblos mesoamericanos le dedicaron un calendario que abarcaba 260 días, el tiempo que tarda en dar una vuelta al Sol, y también el número de días que dura la gestación de un ser humano en el universo materno. Su brillo se debe a las densas nubes que la cubren, compuestas de ácido sulfúrico. ¿Te imaginas una lluvia venusina? Si lograras guarecerte de ella, tendrías otro pequeño inconveniente: la temperatura del planeta, que ronda los 480° C., mucho más caliente que Mercurio, de 350° C..
De niño, Ray Bradbury se acostaba en el patio de su casa viendo al cielo. Imaginaba a los humanos recorriendo 1.52 UA (227,936,640 km) hasta el planeta Marte, para invadirlo y civilizarlo. Mucho de lo imaginado por Bradbury ha empezado a suceder. Se habla de terraformación, sondas espaciales se han posado sobre la superficie marciana y los rusos han simulado estar 500 días en un entorno similar al planeta rojo.
El tamaño de Marte es de casi la mitad de la Tierra o Venus. Con un telescopio se ve como un disco naranja que cambia de coloración, y así como Bradbury, en el siglo XVIII, otros más vieron canales y túneles subterráneos, lo que les llevó a pensar en la existencia de “marcianos”; lo demás fue cuestión de mercadotecnia. Con la llegada de las sondas espaciales, se han obtenido imágenes de paisajes desérticos, depresiones parecidas a lechos de río secos. Los países poderosos están ideando cómo habitarla. La incógnita es: ¿si llegaran a lograrlo, en cuanto tiempo la destruirían?
Un humano de 100 kilos, pesará 38 en Marte. Yo, que peso más de cien, no me emociono si allá peso menos, porque terminaría con problemas óseos, cartílagos casi, por lo que prefiero la Tierra… el agua… ¿Planeta Tierra? ¿Planeta Agua? De eso les contaré luego, aún falta conocer más de nuestro Sistema Solar.
¡Por mejores cielos, me despido de vos!
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